"El reloj mágico"
Una aventura donde cada segundo cuenta una historia de magia, valentía y amistad.
CUENTO
Tristán
6/24/20243 min read
En un pintoresco y colorido pueblo, famoso por sus cuentos infantiles, donde las calles de piedra habían sido suavizadas por generaciones de niños en busca de aventuras, se encontraba una tienda muy especial: una antigua relojería. En su interior, un reloj único conocido como el reloj mágico contaba historias de valentía y amistad.
"El reloj mágico"
-FIN-
TrIstÁn
Tomás, un niño alegre y curioso que siempre llevaba un suéter de rayas y una gorra de lana, había oído hablar de este reloj mágico por su abuela y deseaba escuchar sus cuentos.
Al entrar en la relojería, el bullicio del pueblo parecía desvanecerse. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, llenando el espacio con un resplandor dorado que iluminaba el polvo flotante. Rodeado de relojes de todos los tamaños y formas, Tomás quedó cautivado por uno en particular, un reloj antiguo adornado con hermosos grabados y cuyas agujas se movían al ritmo de una melodía encantadora.
Maravillado, Tomás preguntó: “¿Este es el reloj que cuenta historias de aventuras para niños?”
El relojero, un hombre mayor con gafas gruesas y una sonrisa cálida, asintió.
“Así es, Tomás, pero recuerda, estas historias son para aquellos que saben escuchar y aprender sobre la valentía y la amistad.”
Tomás se acomodó en un pequeño taburete frente al reloj, completamente absorto en el artefacto.
“Este reloj ha presenciado muchas vidas, y cada tic-tac esconde secretos y aventuras,” explicó el relojero.
Con cada tic-tac, el reloj comenzó a contar increíbles aventuras sobre piratas valientes y princesas guerreras, transportando a Tomás a mundos donde todo era posible. Absorto, su rostro se iluminaba de emoción con cada historia.
A medida que escuchaba, Tomás aprendía sobre el coraje, la amistad, y la importancia de soñar.
Reflexionando en voz alta mientras los otros niños escuchaban, Tomás comentó: “A veces, ser valiente significa enfrentar tus propios miedos, no solo a dragones.”
El relojero añadió: “Y recuerda, los verdaderos tesoros no son aquellos que podemos tocar, sino los momentos que vivimos y las amistades que forjamos.”
Emocionado, Tomás alentó a otros niños del pueblo: “Cada historia nos enseña algo importante sobre la amistad y el coraje. ¡Escuchémoslas todas!”
Después de una sesión de cuentos, los niños se encontraron con un perro callejero que parecía perdido y asustado.
Recordando la historia del caballero y el dragón, Tomás propuso: “Podemos ser valientes y ayudar a este perro, aunque nos dé miedo.”
Ana agregó: “Sí, y la historia nos enseñó que la verdadera valentía es hacer lo correcto, incluso cuando tienes miedo.”
Juntos, se acercaron al perro, lo calmaron y buscaron a su dueño, demostrando la valentía y amistad que habían aprendido de las historias del reloj.
La relojería se convirtió en un punto de encuentro para los niños, quienes se reunían para escuchar las historias de aventuras del reloj. Juntos, exploraban la magia y las enseñanzas del reloj, compartiéndolas con todo el pueblo.
El Reloj que Contaba Historias no solo medía el tiempo; también mostraba a los niños cuánto valen las historias y las lecciones que traen. La relojería y su reloj especial se volvieron un tesoro en el pueblo, un lugar donde la imaginación y el aprendizaje se unían, llenando cada momento con una nueva aventura.







