El Universo Recompensa la Acción

Enseñemos a nuestro hijos a actuar y aprender en el camino. Descubrir cómo acompañarlos en su crecimiento, mostrándoles que el verdadero aprendizaje ocurre cuando se atreven a dar el primer paso, incluso cuando no tienen todas las respuestas.

FÁBULAS

Tristán

10/14/20244 min read

Sam y el Puente Roto

Había una vez un niño llamado Sam que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Un día, mientras exploraba el bosque, encontró un viejo puente de madera que cruzaba un riachuelo. El puente estaba roto y no parecía seguro para pasar, pero al otro lado del río, Sam podía ver un hermoso campo lleno de flores. Sam quería cruzar, pero dudaba sobre cómo hacerlo.

Al principio, se sentó frente al puente, pensando en todas las maneras posibles de cruzarlo. "Tal vez deba buscar un libro sobre cómo arreglar puentes", pensó. O quizás podría preguntar a los adultos del pueblo. Pero cada vez que pensaba en pedir ayuda o en buscar más información, el sol se iba escondiendo, el tiempo pasaba y el puente seguía roto.

Finalmente, Sam se dio cuenta de que si seguía esperando a tener todas las respuestas, nunca cruzaría. Así que, con determinación, se levantó y decidió usar lo que tenía: unas cuerdas que llevaba en su mochila y unas ramas que encontró cerca. No era el puente más firme ni el más bonito, pero poco a poco fue arreglando las tablas sueltas y sujetando las partes rotas.

Cada vez que colocaba una rama o amarraba una cuerda, Sam aprendía algo nuevo sobre cómo construir y reforzar el puente. Al principio, pensó que se caería, y muchas veces tuvo que empezar de nuevo, pero nunca se detuvo. Y mientras trabajaba, entendió que no era necesario saberlo todo antes de empezar; podía aprender a medida que avanzaba.

Después de varios días de esfuerzo, Sam finalmente cruzó el puente. Al llegar al otro lado, vio que el campo de flores era incluso más hermoso de lo que había imaginado. Pero lo más importante fue la satisfacción que sintió por haberlo logrado con sus propias manos. Nadie le aplaudió y ningún adulto le felicitó, pero Sam no necesitaba eso. Él sabía que había superado sus propios miedos y que había aprendido a confiar en sus habilidades.

Sam se sentó entre las flores y, por primera vez, comprendió que la verdadera recompensa no estaba solo en alcanzar el otro lado del puente, sino en todo lo que había aprendido durante el camino. Y mientras miraba su improvisado puente, sonrió, sabiendo que a veces lo único que hace falta para lograr lo que deseamos es atrevernos a dar el primer paso, incluso si no lo sabemos todo.

Reflexiones para los niños:

  1. ¿Cómo crees que se sintió Sam al principio, cuando pensaba que no podía cruzar el puente?

  2. ¿Qué habrías hecho tú si te encontraras con el puente roto?

  3. ¿Qué aprendió Sam al construir el puente poco a poco y al cruzarlo con su propio esfuerzo?

A veces, como padres, nos encontramos en situaciones en las que sentimos que debemos tener todas las respuestas antes de tomar decisiones para el bienestar de nuestros hijos. Queremos lo mejor para ellos, lo que nos lleva a buscar más información, consejos y métodos. Aunque la preparación es importante, hay algo aún más valioso: la acción.

¿Cuántas veces hemos dudado en permitir que nuestros hijos intenten algo nuevo porque creemos que no están del todo preparados? La realidad es que la vida premia a quienes se atreven a dar el primer paso, aun sin tener todas las certezas. Es en ese intento inicial donde se encuentran las mejores oportunidades de aprendizaje y crecimiento. La experiencia enseña lo que ningún libro o video podría transmitir.

En este sentido, la verdadera magia ocurre cuando decidimos actuar. No solo para nosotros como adultos, sino también para nuestros hijos. Es fácil quedar atrapados en el “¿qué pasaría si…?” y en la búsqueda de ese fragmento de conocimiento que supuestamente lo cambiará todo. Sin embargo, lo que realmente transforma las cosas es dar el paso adelante, aunque sea pequeño.

Imagina esta situación: piensas que tu hijo podría tener talento para la música. Lees artículos, ves videos de expertos, buscas la mejor academia... y mientras tanto, el piano en casa sigue en silencio. El verdadero aprendizaje no comienza hasta que tu hijo se sienta frente a las teclas y toca sus primeras notas. Cada acorde, cada error y cada momento de práctica es una lección que no se encuentra en un tutorial, sino en la propia experiencia.

Lo mismo sucede con muchos otros aspectos de la vida. No hay nada malo en querer estar preparados, pero a menudo subestimamos la capacidad que tienen nuestros hijos para aprender a medida que avanzan. La vida no premia solo a quienes saben, sino a quienes actúan. Y ese es el mensaje de hoy: la importancia de enseñarles a nuestros hijos a moverse, a intentar, a probar y a aprender en el camino.

Este artículo está dedicado a todos esos padres que desean que sus hijos desarrollen la valentía para actuar, sin esperar la situación perfecta para empezar algo nuevo. La verdadera perfección no se encuentra en los planes no ejecutados, sino en los pasos que se dan, incluso si tropezamos o si no todo sale como esperábamos. Es en esos momentos cuando se producen los verdaderos "milagros", cuando la vida responde a nuestra iniciativa con oportunidades que antes no estaban presentes.

Si alguna vez te has sentido atrapado buscando la mejor manera de ayudar a tus hijos, recuerda que a menudo lo único que hace falta es ese primer paso. Los aprendizajes más valiosos no se encuentran esperando al momento ideal, sino en el camino que se recorre al intentarlo. Te invitamos a reflexionar sobre cómo puedes motivar a tus hijos a ser intrépidos, a enfrentarse a lo desconocido y a entender que la verdadera recompensa está en el simple hecho de actuar. Porque al final, son nuestras acciones, no nuestras intenciones, las que moldean nuestro futuro y el de nuestros hijos.

TrIstÁn